Las revoluciones del siglo XXI
1. La educación tal y como hoy está concebida ha dejado de funcionar en todo el mundo. Nada de lo que se haga dentro del mismo modelo permitirá en el inmediato futuro que el país avance a los pasos agigantados que necesita.
El cambio tecnológico que vivimos gracias a las tecnologías de la información marcan un antes y un después tan o más radical para la educación de lo que fue la aparición del libro.
Las computadoras, el desarrollo de los programas de software, el ancho de banda, la facilidad de compartir videos, audios, fotografías, textos y la disposición de fuentes de información gratuitas de manera inmediata mandan al tacho el esquema de la repetición memorística de datos que marcó la educación por varios siglos.
¿Qué es lo que a los chicos les será útil de aprender hoy? ¿Cómo? ¿En dónde? ¿Para qué vida familiar y laboral vamos a formar a nuestros hijos? ¿Cómo deben ser los maestros para que sean valorados por los niños y adolescentes de hoy? ¿Cuál es el rol de los padres en la educación? ¿Cuáles son las materias y cómo deben enseñarse en las aulas del siglo XXI?
Todos los conceptos de los paradigmas de la educación basada en la disposición de libros y profesores en las aulas repitiendo masivamente conceptos prediseñados caerán prontamente en desuso.
Lo nuevo no se puede montar sobre esa estructura. Hay que crear nuevos modelos educativos y nuevos conceptos de colegios e incluso de educación superior.
Todos los países del mundo están desorientados en este tema. Si dedicamos esfuerzos importantes a la innovación en este campo nuestro país podría acelerar exponencialmente su desarrollo y dar cátedra global.
2. La vida adulta va a ser repensada radicalmente. Las nociones acerca de el amor, los celos, la familia, los hijos, la crianza, la sexualidad, los hábitos y licencias sexuales, las maneras de aprender, los tiempos para hacerlo, las profesiones, la duración de las profesiones, los empleos, su rol en la vida, la duración de los empleos, los estudios y aprendizajes en los distintos momentos de la vida adulta, la organización misma de la vida, el hogar, los afectos, el imaginario en torno a la vida de cada década, los roles de la maternidad y la paternidad, la vejez, las vacaciones, el uso del tiempo libre, todo esto y más vive en estos momentos una revolución de prácticas y conceptos de los que poco hablamos.
Es preciso abrir las ventanas de lo que está ocurriendo en el mundo privado y ventilar las prácticas y no los paradigmas. Hay que estudiar, exponer y discutir sobre lo que está pasando entre los adultos y confrontar las nociones aprendidas de padres, profesores, cultos religiosos y demás.
Poco de lo que bebimos de nuestras fuentes formativas calza con lo que hoy ocurre. No fuimos educados para la libertad que se respira, tampoco para la flexibilidad del mundo laboral actual ni para la duración de la vida más allá de los sesentas.
Muchos adultos ya viven desconcertados en múltiples niveles y nerviosos frente al futuro.
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